Windows 11 se pone las pilas para rendir mejor en juegos con Performance Fundamentals

Última actualización: diciembre 17, 2025
  • Microsoft admite los problemas de rendimiento de Windows 11 en juegos y prepara el paquete Performance Fundamentals.
  • Las claves: Xbox Full Screen Experience, Advanced Shader Delivery, mejor gestión de procesos y drivers optimizados.
  • Windows 11 integrará Auto Super Resolution y mejoras profundas en pila gráfica, tareas en segundo plano y consumo.
  • La compañía publica una guía de hardware recomendado para jugar en Windows 11 según resolución y calidad.

Optimizar juegos en Windows 11

Durante los últimos años, Windows 11 se ha ganado fama de pesado y poco optimizado para jugar. Entre procesos en segundo plano, funciones añadidas sin parar y el empuje de la inteligencia artificial, muchos jugadores en PC han notado cómo su equipo rinde menos de lo esperado, incluso con buen hardware.

La presión de la comunidad y el avance de alternativas como SteamOS, basado en Linux y muy afinado para el gaming, han obligado a Microsoft a mover ficha. La compañía ya ha reconocido abiertamente que Windows 11 no está ofreciendo la experiencia de juego que prometía y ha puesto fecha aproximada a un plan para darle la vuelta a la situación a partir de 2026.

Microsoft reconoce el problema: Windows 11 no rinde como debería en juegos

En Redmond han asumido que la gestión actual de recursos en Windows 11 no está a la altura de lo que exige el gaming moderno en PC. La combinación de nuevas funciones, telemetría, servicios en segundo plano y capas de IA ha terminado por saturar un sistema que, sobre el papel, aspiraba a ser la referencia para jugadores.

Las quejas llevan tiempo acumulándose: caídas de FPS, microcortes, tirones en los primeros minutos de partida y una sensación general de que el sistema operativo «se come» demasiada CPU y RAM antes incluso de lanzar un juego. Para muchos usuarios en Europa y España, esto ha colocado a Windows 11 en el grupo de los «Windows malos» de toda la vida.

Al mismo tiempo, pruebas comparativas han ido mostrando un escenario delicado: SteamOS logra mejores resultados en equipos modestos que Windows 11, sobre todo en configuraciones económicas, lo que ha dado alas a distribuciones Linux centradas en el juego y a propuestas portátiles tipo Steam Deck.

Todo este contexto ha llevado a Microsoft a plantear una respuesta estructurada: un paquete de cambios profundos orientados específicamente a mejorar el rendimiento de los juegos en Windows 11, tanto en sobremesas como en portátiles y dispositivos portables.

Windows 11 gaming rendimiento

Performance Fundamentals: el plan para arreglar el rendimiento en Windows 11

La apuesta central de Microsoft se llama Performance Fundamentals, un conjunto de mejoras que la compañía desplegará a lo largo de 2026 mediante actualizaciones de Windows 11. La idea es reforzar el rendimiento de los juegos sin que el usuario tenga que recurrir a ajustes avanzados ni a herramientas externas.

Este paquete se apoya en cuatro grandes pilares para priorizar el juego frente al resto del sistema: una experiencia a pantalla completa heredada de Xbox, cambios en cómo se gestionan las aplicaciones en segundo plano, un nuevo sistema de distribución de shaders y un trabajo estrecho con NVIDIA, AMD e Intel para afinar los drivers.

Junto a eso, Microsoft ya ha avanzado que tocará puntos clave de la arquitectura de Windows 11: pila gráfica, programación de tareas, consumo energético y reparto de carga entre CPU, GPU y posibles NPU en equipos Copilot+.

Xbox Full Screen Experience: modo juego más agresivo y menos procesos molestando

Xbox Full Screen en Windows 11

Una de las claves de Performance Fundamentals es la expansión de Xbox Full Screen Experience, una interfaz a pantalla completa que ya se ha visto en dispositivos como las ASUS ROG Ally. La idea es ofrecer un entorno más cercano a una consola, donde el juego se ejecuta en una especie de «burbuja» con prioridad máxima.

En la práctica, esta experiencia a pantalla completa reduce la interferencia de los servicios y aplicaciones típicos de Windows 11. El sistema desvía recursos de RAM, CPU y GPU hacia el juego activo, limitando lo que se ejecuta por detrás y recortando procesos que no sean estrictamente necesarios durante la partida.

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Este enfoque pretende ir más allá del actual Modo Juego de Windows 11. Mientras que el modo clásico apenas ajusta algunos parámetros de prioridad, Xbox Full Screen Experience aspira a aislar mejor la sesión de juego, especialmente útil en equipos donde cada recurso cuenta, como portátiles gaming o máquinas de gama media.

Microsoft quiere llevar esta experiencia a muchos más dispositivos, incluidos PCs convencionales en Europa y España, para que no se quede solo en consolas portátiles o hardware muy específico.

Advanced Shader Delivery: adiós (o casi) a los tirones del principio

Shaders y microcortes en juegos

Otra pata importante del plan es Advanced Shader Delivery, una tecnología pensada para atacar uno de los problemas más molestos en juegos modernos: las rascadas y microcortes durante los primeros minutos, cuando el título compila shaders y prepara recursos gráficos.

En el esquema tradicional, esta compilación se realiza al vuelo durante las primeras partidas, lo que puede saturar tanto la CPU como la GPU y generar tirones visibles, sobre todo en títulos exigentes o mal optimizados. Advanced Shader Delivery busca adelantar este trabajo.

La propuesta de Microsoft pasa por precargar y distribuir shaders durante la descarga o instalación del juego, de modo que el impacto al iniciar el título se reduzca al mínimo. Al estabilizar esa fase crítica, el objetivo es que el jugador disfrute de una experiencia fluida desde el primer segundo, sin esa sensación de que el juego «se está poniendo a tono».

Esta tecnología se integrará de forma general en Windows 11, con la intención de que los desarrolladores y las tiendas de juegos puedan aprovecharla sin cambiar por completo sus flujos, algo especialmente relevante en plataformas muy usadas en Europa como Steam, Epic Games Store o Xbox Game Pass para PC.

Mejor gestión de tareas en segundo plano y drivers integrados de forma más inteligente

Gestión de procesos en Windows 11

Otro de los puntos que Microsoft ha puesto sobre la mesa es la revisión de cómo Windows 11 maneja las aplicaciones abiertas y los procesos en segundo plano. Hasta ahora, el sistema ha sido criticado por permitir que programas aparentemente menores consuman recursos clave mientras el usuario intenta jugar.

Con Performance Fundamentals, la compañía quiere que el sistema operativo entienda mejor cuándo el usuario está jugando y actúe en consecuencia: menos tareas programadas en esos momentos, menos actividad de servicios secundarios y una redistribución de la potencia de CPU y GPU que favorezca el juego activo.

A esto se suma una iniciativa de fondo: colaborar de forma más estrecha con NVIDIA, AMD e Intel para que los controladores gráficos y otros drivers importantes estén mejor integrados de manera nativa en Windows 11. No se trata solo de ofrecer versiones actualizadas, sino de ajustar cómo interactúan con la pila gráfica del sistema.

Esta mejora en los drivers pretende reducir cuellos de botella, mejorar la latencia y aprovechar de forma más eficiente las capacidades de cada tarjeta gráfica, algo que puede marcar la diferencia en escenas complejas, resoluciones altas o títulos con mucha carga visual.

Auto Super Resolution y optimizaciones de IA para equipos Copilot+

Escalado por IA en Windows 11

Más allá de la gestión de procesos y la compilación de shaders, Microsoft también está preparando Auto Super Resolution, una tecnología de reescalado apoyada en inteligencia artificial integrada directamente en Windows 11. Su funcionamiento recuerda a soluciones como DLSS, FSR o XeSS, pero aplicada desde el propio sistema.

La compañía quiere llevar este reescalado automatizado a equipos que cuenten con una NPU AMD compatible con Copilot+, aprovechando el hardware específico de IA para aliviar parte del trabajo de la GPU tradicional. De este modo, los usuarios podrían jugar a resoluciones aparentes más altas manteniendo un buen nivel de FPS, incluso en máquinas que no estén en la gama más alta.

Junto con Auto Super Resolution, Microsoft ha mencionado otros ajustes internos orientados a la eficiencia: mejor distribución de las tareas entre CPU, GPU y NPU, optimización del consumo de energía (importante para portátiles y consolas portables) y retoques en la pila gráfica que deberían repercutir en tiempos de respuesta más consistentes.

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En pruebas internas, la empresa habla de reducciones de uso de RAM cercanas al 9 % y mejoras de FPS de hasta un 8 % en ciertos escenarios, aunque habrá que esperar a que estas funciones lleguen a las versiones finales de Windows 11 para confirmar qué sucede en equipos reales en España y el resto de Europa.

Calendario de cambios: qué se espera para Windows 11 en 2026

Actualizaciones de Windows 11 para juegos

Microsoft ha marcado 2026 como el año clave para completar la implementación de Performance Fundamentals. La compañía planea ir introduciendo parte de estos cambios en distintas actualizaciones acumulativas, pero las piezas más relevantes se reservarán para las grandes versiones anuales de Windows 11.

Entre esas versiones destaca la futura actualización conocida internamente como Windows 11 26H2, prevista para finales de 2026, donde deberían integrarse las mejoras más profundas en pila gráfica, drivers y gestión de tareas. A partir de ese momento, la experiencia de juego debería ser sensiblemente distinta para quienes utilicen el sistema como plataforma principal de gaming.

Esto llega en un contexto en el que muchos jugadores piden también una edición de Windows más limpia, sin bloatware, sin Copilot ni servicios añadidos por defecto. De momento, Microsoft se centra en el rendimiento, pero el debate sobre una variante más ligera sigue muy presente en foros y comunidades de jugadores europeos.

La otra pata del rendimiento: el hardware recomendado para jugar en Windows 11

Además de cambiar el propio sistema operativo, Microsoft ha publicado una guía oficial con recomendaciones de hardware para jugar en Windows 11, pensada para quienes planean montar un nuevo PC o actualizar el que ya tienen. La idea es ofrecer tres niveles de experiencia gaming según resolución y calidad gráfica.

En primer lugar, la compañía explica el papel de cada componente. La CPU actúa como el cerebro, encargándose de la lógica del juego, la física, la IA y las tareas en segundo plano. Una CPU más potente ayuda a que la multitarea sea más fluida y haya menos caídas cuando la acción se complica.

La GPU, por su parte, es el músculo gráfico. Puede ir integrada en el procesador, compartiendo memoria del sistema, o ser una tarjeta independiente con su propia VRAM. Desde el punto de vista del juego, es el componente principal para lograr altas tasas de FPS y mover resoluciones y calidades gráficas elevadas con soltura.

CPU y GPU recomendadas según nivel de juego

En su guía, Microsoft define tres escalones: entrada, gama media y alta/4K, con ejemplos concretos de procesadores y tarjetas gráficas recientes que se venden en Europa y España.

  • Gaming de entrada (1080p, ajustes medios)
    CPU: al menos un procesador de 4 núcleos y 8 hilos moderno, como un AMD Ryzen 5 5600 o un Intel Core i5-12400.
    GPU: modelos tipo NVIDIA GTX 1660 Super o AMD Radeon RX 6600.
  • Gaming de gama media (1440p, ajustes altos)
    CPU: 6 núcleos y 12 hilos o más, como un AMD Ryzen 5 7600 o un Intel Core i5-13600K.
    GPU: tarjetas como NVIDIA GeForce RTX 3060 Ti / RTX 4060 Ti o AMD Radeon RX 6700 XT.
  • Gaming de gama alta/4K
    CPU: 8 núcleos y 16 hilos o superiores, con ejemplos como AMD Ryzen 7 7800X3D o Intel Core i7-13700K.
    GPU: gama alta actual, por ejemplo NVIDIA GeForce RTX 4080 o AMD Radeon RX 7900 XTX.

Microsoft matiza que esto no significa que hardware más antiguo no sirva para jugar. Arquitecturas como Zen 2 o Zen 3 de AMD siguen siendo plenamente válidas si se acompañan de una gráfica adecuada. De hecho, Zen 2 es la base de los procesadores de PS5 y Xbox Series X/S, consolas que están en plena vigencia.

La guía también recuerda algo que a menudo se pasa por alto: no tiene sentido buscar 240 FPS si el monitor solo llega a 144 Hz, porque esos fotogramas no se verán en pantalla. Ajustar las expectativas al equipo completo (PC y monitor) es tan importante como elegir correctamente CPU y GPU.

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Monitor, RAM y almacenamiento: piezas clave para exprimir Windows 11

Otro de los apartados en los que Microsoft se detiene es el monitor. Para jugar en Windows 11 con fluidez, recomienda fijarse en tres puntos: tasa de refresco, tiempo de respuesta y tipo de panel.

  • Tasa de refresco: 144 Hz se considera una buena base para una experiencia fluida, mientras que 165-240 Hz son especialmente interesantes en shooters competitivos o juegos muy rápidos.
  • Tiempo de respuesta: lo ideal para gaming se sitúa en el rango de 1-3 ms, lo que ayuda a reducir ghosting y desenfoque de movimiento.
  • Tipo de panel: los paneles IPS ofrecen buena precisión de color y ángulos amplios; los VA destacan por su mayor contraste y negros más profundos; y los OLED se sitúan en la parte más alta, con negros puros y tiempos de respuesta casi instantáneos, a cambio de un precio más elevado.

En cuanto a la memoria, la compañía advierte que la RAM se ha encarecido notablemente por la demanda del sector de la inteligencia artificial, algo que también afecta a los consumidores. Aun así, considera que 16 GB son suficientes para la mayoría de juegos, mientras que 32 GB son recomendables para jugadores exigentes o usuarios que usan mods pesados y programas adicionales a la vez.

Microsoft recomienda montar esa memoria en configuración de doble canal, es decir, dos módulos (por ejemplo, 2 × 8 GB para lograr 16 GB). Esto permite duplicar el ancho de banda frente a un solo módulo de la misma capacidad, lo que se traduce en un rendimiento superior en muchos juegos.

En almacenamiento, la sugerencia es clara: un SSD de al menos 1 TB para mantener una biblioteca de juegos cómoda. Con el tamaño actual de los títulos AAA, esa capacidad se ha convertido prácticamente en el mínimo para un PC de juego moderno, sobre todo si se combina con Game Pass, Steam y otras bibliotecas digitales.

Además, Microsoft anima a apostar por SSD NVMe rápidos para aprovechar DirectStorage, la tecnología de Windows que permite a la GPU leer datos directamente desde el SSD en los juegos compatibles, evitando que todo pase antes por la CPU. Esto puede reducir de forma notable los tiempos de carga y hacer más suaves las transiciones en mundos abiertos muy grandes.

Más allá del software: cuidados físicos y otros componentes

La guía de la compañía también toca aspectos menos llamativos pero igual de relevantes. Por ejemplo, resalta la importancia de una buena gestión del cableado dentro de la torre, algo que mejora el flujo de aire y ayuda a que los componentes se mantengan a temperaturas más bajas.

Un interior bien organizado, junto con limpiezas periódicas del polvo y revisión de ventiladores y filtros, puede marcar la diferencia a medio y largo plazo, evitando sobrecalentamientos que acaban traduciéndose en bajadas de rendimiento o cuelgues en mitad de una partida.

Microsoft también menciona elementos como una fuente de alimentación adecuada, una placa base de calidad y periféricos pensados para el juego (teclado, ratón, mando, auriculares), todo ello como parte de un ecosistema que, sumado a las mejoras en Windows 11, debería ofrecer una experiencia más sólida para los jugadores europeos.

Con todos estos movimientos, Microsoft intenta recolocar a Windows 11 como una plataforma más competitiva para el gaming en PC, en un momento en el que las alternativas basadas en Linux ganan visibilidad y en el que el precio del hardware sigue subiendo. Si las promesas se cumplen y Performance Fundamentals llega tal y como se ha anunciado, los jugadores podrían notar una diferencia clara en fluidez, tiempos de carga y estabilidad, especialmente en configuraciones de gama media que hoy se quedan cortas por culpa del propio sistema.

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