Soluciones de alimentación de la placa base: guía completa para no liarla

Última actualización: noviembre 26, 2025
  • La solución de alimentación de la placa base (VRM, fases y disipación) determina la estabilidad y la capacidad real de tu CPU.
  • Conectores ATX, EPS, PCIe, Molex y SATA deben usarse correctamente para evitar fallos, cuelgues y daños en la placa.
  • Una PSU bien dimensionada, de calidad y protegida frente a picos alarga la vida de la placa y del resto de componentes.
  • Limpieza, buena ventilación y control de temperaturas son claves para mantener sana la alimentación del sistema.

Soluciones de alimentación de la placa base

Cuando montas un PC o eliges una placa base nueva, casi todo el mundo se fija en la CPU, la RAM o la tarjeta gráfica, pero muy poca gente presta atención a lo que mantiene todo eso con vida: las soluciones de alimentación de la placa base y la fuente de alimentación que las alimenta. Y, sin embargo, de cómo se gestione esa energía depende que el equipo sea estable, dure años y no vaya dando sustos con apagones o pantallazos azules.

A lo largo de esta guía vamos a desgranar, con calma pero sin rodeos, cómo se distribuye y regula la energía en una placa base, qué tipos de conectores intervienen, qué hace realmente el VRM, cómo cambian las necesidades en PCs normales, equipos gaming o rigs de minería, qué síntomas delatan una fuente de alimentación moribunda y qué puedes hacer para que no te deje tirado en el peor momento.

Qué es realmente la solución de alimentación de una placa base

Componentes de alimentación en placa base

Cuando hablamos de solución de alimentación de la placa base no nos referimos solo al conector grande de 24 pines, sino a todo el conjunto de componentes encargados de recibir la energía de la PSU, transformarla y repartirla a CPU, chipset, ranuras PCIe, memorias y resto de circuitería.

En el centro de todo están los VRM (Voltage Regulator Module o módulo regulador de voltaje), que toman los 12 V (y otras líneas) de la fuente y los convierten en voltajes mucho más bajos y estables para el procesador y otros elementos sensibles. Esta conversión no es trivial: implica conmutación de alta frecuencia, control preciso y una buena disipación de calor.

La solución de alimentación incluye, entre otros elementos clave, los conectores ATX/EPS de entrada, las fases de potencia con MOSFET, chokes (inductores) y condensadores, y el sistema de refrigeración (disipadores y, a veces, heatpipes) que evita que todo se convierta en una tostadora cuando la CPU va a tope.

Cada placa base combina estos bloques de forma distinta, de ahí que una placa barata pueda sufrir con un procesador exigente, mientras que un modelo de gama alta aguanta sin despeinarse overclocks agresivos o cargas sostenidas durante horas.

soluciones de alimentación de la placa base
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VRM, fases de alimentación y su impacto en el rendimiento

El VRM es, en esencia, un convertidor reductor que pasa de +5 V o +12 V a los pocos voltios (1.x V o incluso menos) que necesita la CPU o la memoria. Lo hace en varias etapas de conmutación y filtrado para que, al otro lado, el procesador reciba un voltaje limpio y estable, sin picos ni caídas peligrosas.

Este VRM se divide en fases de potencia. Cada fase está formada, de forma simplificada, por un conjunto de MOSFET, un inductor y condensadores. En lugar de una sola fase trabajando al límite, varias fases se reparten el esfuerzo: se van alternando para entregar corriente al procesador, lo que reduce el estrés individual y mejora la eficiencia.

Cuantas más fases de calidad tenga el VRM destinado al VCORE (la alimentación de los núcleos de la CPU), más fresco y estable trabajará el sistema. Una fase sobrecargada se calienta, pierde eficiencia y puede convertirse en un foco de inestabilidad, especialmente cuando el procesador entra en modo turbo o estás haciendo overclock.

En placas muy avanzadas encontramos diseños extremos, con configuraciones tipo 24+1+2 fases y etapas de 90-110 A para alimentar CPUs de gama entusiasta. Esto es ideal si vas a exprimir un procesador como un Core i9 tope de gama o un Ryzen 9 al límite de frecuencia y voltaje. En cambio, montar ese tipo de placa con una CPU modesta es un poco como usar un camión industrial para ir a llevar a los peques al cole: funcionar, funciona, pero no estás aprovechando ni de lejos todo el potencial.

Conectores de alimentación de la placa base y la fuente

Para que el VRM tenga algo que regular primero hay que llevarle la energía desde la PSU. Aquí entran en juego varios conectores estándar que conviene conocer bien, tanto en la placa como en la propia fuente de alimentación.

Conector ATX principal de 24 pines

Este es el clásico conector grande que suele estar en el lateral derecho de la placa. El conector ATX principal de 24 pines alimenta la mayor parte de la lógica de la placa base: chipset, ranuras PCIe (hasta cierto punto), puertos SATA, USB y otros circuitos auxiliares.

Por este bloque viajan líneas de +3,3 V, +5 V y +12 V, además de las masas, señales de encendido y gestión de energía entre placa y fuente. Aunque su intención original era ser el único conector necesario para todo el sistema, el aumento brutal de consumo de las CPUs obligó a añadir conectores extra dedicados.

Conectores EPS/CPU de 4 y 8 pines

Cerca del socket del procesador encontrarás uno o varios conectores de 4, 8 o incluso 8+8 pines. Son los llamados EPS12V o conectores de alimentación de CPU, dedicados casi en exclusiva a suministrar 12 V al VRM de la CPU.

Un conector de 4 pines puede suministrar alrededor de 155 W a la CPU, suficiente para muchos procesadores de gama media trabajando a frecuencias stock, aunque algo justo si quieres hacer overclock serio.

El conector de 8 pines, que no es más que dos bloques de 4 pines combinados, puede rondar los 235 W de capacidad. De ahí que las placas modernas para CPUs potentes monten al menos un EPS de 8 pines y, a veces, un segundo 8 pines extra o combinaciones 8+4 para ofrecer aún más margen.

En muchos diseños, si la placa incluye dos conectores de 8 pines, no siempre es obligatorio enchufar ambos para que funcione, pero si vas a exprimir una CPU HEDT, un Core i9 o un Ryzen 9 con overclock, es muy recomendable usar todos los conectores EPS que la placa ofrezca.

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Conectores PCIe de alimentación para tarjetas gráficas y la propia placa

Los cables PCIe de 6 y 8 pines que salen de la fuente están pensados sobre todo para alimentar tarjetas gráficas dedicadas u otros dispositivos PCIe de alto consumo. Aunque físicamente se parezcan a un EPS, no son intercambiables: la distribución de pines es distinta y no debes, bajo ningún concepto, usar un cable PCIe en un conector de CPU o al revés.

Algunas placas base, sobre todo las que ofrecen muchas ranuras PCIe o están orientadas a minería, incluyen conectores PCIe o Molex adicionales en la propia PCB para reforzar la alimentación de las ranuras. Su función es complementar los 75 W que, en teoría, puede suministrar cada slot PCIe desde el conector de 24 pines.

Conectores Molex y SATA de alimentación adicionales

Aunque en los PCs actuales se usan sobre todo para discos, bombas o accesorios, los conectores Molex de 4 pines y SATA de alimentación pueden aparecer también en la placa base como puntos de entrada de energía auxiliar. En placas para minería o modelos con muchos puertos PCIe se recurre a ellos para alimentar parte del bus sin saturar el conector principal ATX.

Soluciones de alimentación no ATX (12V-only y nuevas normas)

En los últimos años han ido apareciendo estándares alternativos al clásico ATX de 24 pines, como el ATX12VO o conectores de 10 pines centrados en la línea de 12 V. La idea es simplificar el diseño de las fuentes, reducir el tamaño del conector y mejorar la eficiencia, dejando que sea la placa base la que genere localmente los 5 V y 3,3 V a partir de 12 V.

Este tipo de soluciones aún son minoritarias en consumo, pero deja claro hacia dónde va la industria: más conversión en la placa, menos complejidad en la PSU y un foco total en la línea de 12 V, que es la que realmente usan CPU y GPU de alto rendimiento.

Cómo elegir una placa base en función de su solución de alimentación

Para no pasarte ni quedarte corto, lo primero es pensar en el uso que vas a darle al PC. No necesita lo mismo un equipo de ofimática que un PC para edición 3D o un rig de minería con varias GPUs.

Si tu prioridad es la productividad pesada (edición de vídeo, render, compilaciones enormes), las CPU suelen ir largas temporadas cerca de su límite de consumo. Ahí cobra mucho sentido invertir en una placa con VRM robusto, muchas fases y buenos disipadores, porque la estabilidad a largo plazo bajo carga importará más que cualquier chorrada estética.

En gaming el estrés se reparte más en la GPU que en la CPU, aunque los juegos modernos con trazado de rayos y físicas complejas también castigan el procesador. Un buen VRM ayuda a mantener clocks altos y estables cuando el juego mete picos de carga en CPU y GPU a la vez.

Una regla razonable, si andas perdido, es equilibrar la inversión entre CPU y placa base: si compras una CPU de gama alta, no la montes en la placa más barata que encuentres; y si tu CPU es de entrada, no gastes el doble en una placa entusiasta. Un truco práctico: apunta a gastar una cantidad parecida en CPU y placa para sistemas equilibrados.

En plataformas AMD, por ejemplo, tiene mucho sentido emparejar Ryzen 9 con placas X870E tope de gama, Ryzen 7 con X870E o B850 decentes, y un Ryzen 5 con B850 de buena calidad. En Intel, las placas Z890 son la pareja natural para Core Ultra 7 y 9 desbloqueados, mientras que B860 encaja mejor con modelos más contenidos.

Placas base especiales para minería y cargas 24/7

En minería (ya sea criptomonedas como Radiant o EthereumPOW, o minería de datos), la historia cambia bastante. Un rig de minería funciona muchas horas al 100 % de carga, con varias tarjetas gráficas devorando cientos de vatios cada una. Esto pone mucha presión sobre la alimentación general del sistema.

Las placas para minería suelen traer un buen puñado de ranuras PCIe (muchas veces x1) y conectores extra de alimentación para las propias ranuras: Molex, PCIe de 6 pines y similares repartidos por la PCB. No necesariamente hay que conectar absolutamente todos, pero sí tantos como necesites en función del número de GPUs y del diseño recomendado por el fabricante.

En este tipo de montajes es crítico que la fuente de alimentación tenga suficientes raíles de 12 V, cables PCIe dedicados y margen de potencia de sobra. Las inestabilidades de energía aquí no solo tiran abajo el sistema, sino que pueden implicar pérdida de datos, shares rechazadas o, a la larga, fallos prematuros de hardware.

Conexión correcta de los cables de alimentación a la placa

Aunque parezca un trámite sencillo, conectar bien la alimentación es vital. Un cable en el sitio que no toca, forzado o a medias puede impedir el arranque, causar inestabilidad o, en el peor caso, dañar la placa.

Pasos básicos para alimentar la placa base

El orden no es sagrado, pero seguir un proceso ayuda a no olvidarse nada:

  • Conectar el ATX de 24 pines en el lateral de la placa. Fíjate en la pestaña de plástico: debe encajar con el gancho del conector en la PCB. Si tienes un cable 20+4, asegúrate de que los 4 pines extra queden bien unidos y encajados.
  • Conectar el cable EPS de CPU (4, 8 o 8+8 pines) en la zona superior de la placa, junto al socket. De nuevo, la pestaña de retención debe hacer clic. Evita confundir este cable con uno PCIe: revisa bien las inscripciones de la fuente.
  • Alimentar las tarjetas gráficas mediante sus conectores PCIe de 6 u 8 pines. Nunca des por hecho que el slot PCIe de la placa les basta: las GPUs modernas requieren alimentación directa desde la fuente casi siempre.
  • Si tu placa lo indica, conectar Molex, SATA o PCIe auxiliares en la propia PCB para reforzar la alimentación de las ranuras PCIe, especialmente en placas para minería.
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Si tu placa trae dos conectores EPS de 8 pines y tu fuente solo tiene uno, no intentes improvisar con adaptadores raros o reutilizando cables PCIe. En el mejor escenario tendrás limitaciones de rendimiento; en el peor, inestabilidad o imposibilidad de arrancar. En estos casos lo sensato es plantearse una PSU más adecuada.

Compatibilidad entre conectores de 4 y 8 pines

Muchas fuentes traen cables CPU 4+4 pines: puedes usar solo una mitad en placas que admiten conector de 4 pines, y ambas en placas con conector de 8. En sentido inverso, algunas placas con conector de 8 pines pueden arrancar con solo 4, siempre que la CPU no sea demasiado tragona, pero no es lo ideal para sistemas exigentes.

Lo que no debes hacer nunca es forzar un cable de 8 pines de GPU (PCIe) en el conector EPS de la placa base, ni jugar a mezclar cables modulares de fuentes distintas. A nivel externo pueden parecer iguales, pero el pinout interno cambia y puedes freír la placa en cuestión de segundos.

Otros conectores de la placa base relacionados con la alimentación

Más allá de los grandes protagonistas (ATX, EPS y PCIe), la placa base está llena de conectores que participan, de una forma u otra, en la gestión de energía y estabilidad del sistema.

Conectores de ventiladores y bombas

Repartidos por la placa verás conectores de 3 y 4 pines para ventiladores. El más crítico es el CPU_FAN, que debe ir siempre ocupado para que la placa permita arrancar; a menudo se acompaña de un CPU_OPT opcional para el segundo ventilador del disipador.

Los conectores SYS_FAN o CHA_FAN sirven para los ventiladores de caja, mientras que las placas más modernas incluyen cabeceras específicas para bombas de refrigeración líquida (PUMP, AIO_PUMP o W_PUMP), pensadas para cargas más altas y control más fino.

Un ventilador de 3 pines en un conector de 4 pines funciona sin problemas, solo que no aprovechará el control PWM. La compatibilidad física está muy bien pensada, así que los problemas suelen venir más por sobredemanda de corriente (demasiados ventiladores en un solo header sin hub adecuado) que por formas.

Conectores de iluminación y accesorios

La iluminación también se alimenta desde la placa. Hay dos grandes tipos de cabeceras para tiras y dispositivos LED:

  • Conectores RGB de 4 pines (12 V), que permiten un color común para toda la tira y efectos simples. No son compatibles con dispositivos ARGB direccionables.
  • Conectores ARGB de 3 pines (5 V), que añaden líneas de datos y permiten controlar cada LED de forma independiente, con efectos más elaborados. Son los que verás en placas modernas orientadas a gaming.

Además de estos, algunas marcas integran conectores propietarios para accesorios específicos, módulos de expansión o puertos internos como Thunderbolt, siempre alimentados desde la propia placa.

Conectores de control de energía y panel frontal

No hay que olvidar los pequeños pines donde se conectan el botón de encendido, el de reset y los LEDs del frontal de la caja. Ese bloque, a menudo etiquetado como F_PANEL o PANEL1, incluye las señales que ordenan a la placa y a la fuente encenderse, apagarse o reiniciarse.

En la misma zona suelen aparecer los pines del altavoz interno (buzzer), que emite los típicos pitidos de error en el arranque, y cabeceras para sondas de temperatura, sensores de flujo de agua o medición de voltaje, muy apreciadas en montajes avanzados de RL.

Otros componentes clave de la placa y su relación con la alimentación

El resto de elementos de una placa base dependen, directa o indirectamente, de cómo se alimente el sistema. Conocerlos ayuda a entender el cuadro completo.

El socket de la CPU (LGA, PGA o BGA) recibe la energía regulada desde el VRM. En diseños modernos, partes del antiguo NorthBridge (controlador de memoria, PCIe principal) se han integrado dentro de la propia CPU, lo que ha desplazado parte de la complejidad de alimentación hacia el procesador y su VRM asociado.

Las ranuras de RAM (DDR4, DDR5, etc.) reciben su voltaje a través de reguladores específicos, a menudo integrados en la propia memoria (caso de DDR5) o en la placa, y su estabilidad también depende de la calidad de los VRM secundarios y del filtrado.

Los distintos buses de expansión (PCI, PCIe), chipsets y controladoras (SATA, USB, M.2) se reparten líneas de energía desde el conector ATX y reguladores auxiliares. Aunque consumen mucho menos que CPU o GPU, una mala alimentación en estas zonas puede provocar desconexiones de discos, errores de datos o cuelgues aleatorios.

La BIOS/UEFI y la memoria CMOS, alimentada por la famosa pila de la placa, almacenan configuración y parámetros de arranque, incluyendo ajustes de voltaje. Si la alimentación falla o la pila muere, la placa puede perder dichos ajustes y comportarse de forma errática hasta que los restablezcas.

Cómo detectar una fuente de alimentación o solución de energía en mal estado

Aunque a veces la muerte de una fuente llega de forma espectacular con chispazo y olor a quemado, la mayoría de problemas de alimentación se manifiestan antes a través de síntomas más sutiles. Conviene conocerlos para no culpar al componente equivocado.

El equipo no enciende en absoluto

Si al pulsar el botón de encendido el PC no muestra ni un LED ni un intento de giro de ventilador, hay varias posibilidades: botón roto, placa muerta o fuente de alimentación totalmente KO. Antes de darla por muerta, vale la pena puentear los pines del botón en la placa (con un destornillador, por ejemplo) para descartar el interruptor de la caja.

Si aun así no hay vida, con el interruptor de la fuente en ON y el cable bien conectado a la pared, lo más probable es que la PSU haya dicho basta. En este escenario, no tiene sentido jugar con ella mucho más: toca pensar en reemplazo.

Apagados o reinicios aleatorios

Un clásico: estás tranquilamente jugando o renderizando y de repente el PC se apaga de golpe o se reinicia sin previo aviso. Esto puede deberse a temperatura excesiva de CPU o GPU, contacto defectuoso de la gráfica o, muy a menudo, una fuente que ya no es capaz de mantener la potencia requerida bajo carga.

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Cuando los sistemas de protección interna de la PSU detectan un problema (sobretensión, sobrecorriente, etc.), pueden disparar un apagón preventivo para evitar daños mayores. Si se repite al exigir al equipo, hay que empezar por revisar temperaturas, y si eso está bien, sospechar de la fuente.

Pantallazos azules, cierres de juegos y errores gráficos

La falta de energía limpia y estable puede provocar BSOD (pantallas azules), cierres espontáneos de juegos o aplicaciones pesadas, especialmente cuando GPU y CPU entran en carga fuerte a la vez. Muchas veces el usuario se lanza a formatear o a culpar a los drivers de vídeo, pero un rail de 12 V inestable tiene el mismo efecto.

Si tras una instalación limpia de sistema operativo los problemas persisten, y las temperaturas son correctas, hay que considerar tanto la PSU como la tarjeta gráfica como sospechosos principales. Probar la GPU en otro equipo o usar otra fuente conocida buena es la forma más rápida de salir de dudas.

Ruidos extraños en el ventilador de la fuente

Si el ventilador de la PSU empieza a chirriar, rascar o hacer ruidos metálicos, normalmente significa que los rodamientos están tocados o que hay suciedad bloqueando el giro. Un ventilador parado en una fuente puede desencadenar un sobrecalentamiento grave, así que no lo dejes pasar.

A veces una buena limpieza con aire comprimido y algo de mimo soluciona el problema. Si el ruido persiste, lo más seguro es cambiar el ventilador o directamente la fuente, especialmente si ya tiene unos cuantos años a sus espaldas.

Olor a quemado, humo o condensadores hinchados

Cuando hay olor claro a quemado, un «pop» repentino, humo saliendo de la PSU o, al abrirla (si sabes lo que haces), condensadores hinchados o con restos secos de electrolito, la diagnosis es inmediata: esa fuente está acabada.

Seguir utilizándola es un riesgo innecesario. Incluso aunque el equipo parezca arrancar, una PSU en ese estado puede llevarse por delante otros componentes. A partir de aquí, la única opción sensata es reemplazo y, de paso, revisar instalación eléctrica y protección contra picos.

Cómo alargar la vida de la fuente y de la solución de alimentación

No hay truco mágico que garantice que una fuente dure para siempre, pero sí hay prácticas que reducen muchísimo la probabilidad de fallo prematuro y ayudan a que la placa base y sus VRM trabajen en condiciones óptimas.

Dimensionar bien la potencia de la PSU

Uno de los errores más habituales es irse al mínimo recomendado por GPU o CPU. Si una gráfica pide 450 W de PSU, montar una de 500 W no es precisamente generoso: la tendrás con frecuencia cerca de su límite, aumentando ruido, temperatura y desgaste.

Lo sano es dejar un margen razonable sobre el consumo máximo previsto del sistema (un 30-40 % suele ser una buena referencia), de forma que la fuente trabaje en la zona de máxima eficiencia y sin apuros. Mejor pasarse un poco que quedarse corto.

Evitar fuentes OEM de baja calidad

Las fuentes genéricas sin marca clara, típicas de PCs preensamblados baratos, suelen recortar en componentes, protecciones y calidad de construcción. Lo barato en PSU casi siempre sale caro, porque cuando fallan, no solo se llevan consigo mismas, sino que pueden dañar placa, GPU o almacenamiento.

Es preferible invertir en marcas reconocidas, con certificados serios y, sobre todo, buenas reviews técnicas, incluso aunque no tengan el sello de eficiencia más llamativo. Muchos fabricantes reputados ofrecen 7, 8 o 10 años de garantía, un buen indicador de que confían en sus diseños.

Protegerse de picos de tensión con un SAI adecuado

Si vives en una zona con cortes de luz frecuentes, tormentas o instalaciones eléctricas poco finas, un SAI in-line es casi obligatorio. No solo te da tiempo para apagar el PC con calma, sino que ayuda a filtrar picos y bajadas de tensión que, a la larga, castigan mucho las fuentes.

Esta protección beneficia tanto a la PSU como al resto del equipo, porque evitas apagones bruscos que pueden corromper datos, dañar discos o dejar el sistema operativo en un estado inestable.

Mantener la fuente limpia y bien ventilada

El polvo es uno de los grandes enemigos de la electrónica. Acumular suciedad en rejillas y ventiladores hace que aumente la temperatura interna de la fuente, lo que acelera el envejecimiento de condensadores y otros componentes.

Conviene sacar el PC de vez en cuando y darle un repaso con aire comprimido, prestando atención a la entrada de aire de la PSU. Lo ideal es que la caja tenga filtros antipolvo en la zona de la fuente y que esta pueda tomar aire fresco (por ejemplo, desde la parte baja de la torre, si está bien separada del suelo).

Cuidar la temperatura general del sistema

Cuanto más frío trabaje el equipo, mejor se comportan tanto la fuente como el VRM y el resto de la placa. No coloques la torre pegada a la pared bloqueando salidas de aire ni en huecos cerrados sin ventilación. Planifica un flujo de aire coherente en la caja, con entradas y salidas bien definidas.

Si usas CPUs o GPUs muy potentes, plantéate seriamente una refrigeración decente (aire de gama media-alta o RL all-in-one) y vigila las temperaturas con software de monitorización. La alimentación sufre mucho menos cuando no está constantemente al borde del límite térmico.

Tener claro cómo se alimenta una placa base, qué papel juegan el VRM y sus fases, qué conectores intervienen y cómo detectar una PSU problemática te coloca con mucha ventaja a la hora de montar, mantener o actualizar tu PC. Si eliges una combinación sensata de CPU, placa y fuente, dimensionas bien la potencia, cuidas el flujo de aire y te proteges de picos eléctricos, tu sistema será mucho más estable, duradero y menos propenso a fallos misteriosos, tanto si lo usas para jugar, trabajar muchas horas seguidas o mantener encendido un rig de minería 24/7.