Windows Phone podría volver: la petición que revive el debate

Última actualización: diciembre 27, 2025
  • Una petición en Change.org reclama a Microsoft un nuevo Windows Phone basado en Windows 11 y con Copilot integrado.
  • La historia de Windows Phone muestra un sistema adelantado a su tiempo pero lastrado por la falta de aplicaciones y la llegada tardía al mercado.
  • Microsoft tendría que invertir enormes recursos para reconstruir un ecosistema móvil competitivo frente a iOS y Android.
  • La apuesta actual de la compañía se centra en la inteligencia artificial y la nube, lo que hace muy poco probable un regreso al mercado de smartphones.

Windows Phone podría volver

La nostalgia tecnológica vuelve a aparecer estas fiestas con un protagonista inesperado: Windows Phone podría volver a la conversación pública gracias a una iniciativa ciudadana. Una petición en Change.org está intentando convencer a Microsoft para que recupere su sistema operativo móvil, esta vez basado en Windows 11 y con una integración profunda de Copilot e incluso de Microsoft 365.

Esta propuesta ha reabierto viejos debates entre quienes recuerdan con cariño la interfaz de baldosas dinámicas de Windows Phone y quienes vivieron el sistema como una plataforma pesada, limitada en apps y con decisiones de producto difíciles de entender. Mientras un pequeño grupo de usuarios sueña con un hipotético «Windows Phone 11», otros ven el proyecto como una pesadilla difícilmente viable en el mercado actual dominado por Android e iOS.

La petición que quiere traer de vuelta Windows Phone

El punto de partida de todo este revuelo está en una campaña en Change.org titulada «Traer de vuelta a Windows Phone», impulsada por un usuario griego que firma como Σπύρος Κ. Su objetivo es presionar a Microsoft para que lance una nueva generación de móviles con un sistema operativo inspirado en Windows Phone, pero renovado sobre la base tecnológica de Windows 11.

En el texto de la petición se defiende que Windows Phone fue una plataforma adelantada a su tiempo, con una experiencia rápida, fluida y muy distinta a lo que ofrecían iOS y Android. El creador recuerda características como las Live Tiles, la integración estrecha con los servicios de Microsoft y un diseño minimalista y valiente, muy centrado en la productividad.

La propuesta no pide una mera resurrección nostálgica, sino un sistema totalmente actualizado: un Windows Phone reinventado, apoyado en la tecnología actual, con soporte moderno para hardware reciente y una interfaz adaptada a los estándares actuales. El elemento central de esa visión sería la incorporación profunda de Microsoft 365 y del asistente basado en IA Copilot, convertido en pieza clave del día a día en el móvil.

Pese a lo llamativo del planteamiento, la acogida de momento es bastante discreta: la petición ronda apenas el medio millar de firmas. Aun así, el movimiento ha bastado para reactivar el debate en redes sociales y foros tecnológicos sobre si tiene sentido, en 2025, pensar en un nuevo intento de Microsoft en el mercado de los smartphones.

Entre los detractores de la idea se subraya una aparente contradicción: esa promesa de experiencia ligera y limpia choca con la realidad actual de Windows 11, percibido por muchos usuarios como un sistema más pesado, repleto de funciones añadidas, notificaciones e integración agresiva de servicios como Copilot. Para estos críticos, imaginar un «Windows Phone 11» con toda esa carga en un móvil resulta poco atractivo.

De la ilusión al abandono: qué fue Windows Phone

Para entender por qué un grupo de usuarios sigue reclamando su regreso, conviene recordar que Windows Phone nació a finales de 2010 como sucesor directo de Windows Mobile. Microsoft intentaba entonces reaccionar al auge de Android y al impacto del iPhone, que habían dejado obsoleta su anterior plataforma móvil.

La gran apuesta de la compañía fue el llamado diseño «Metro»: una pantalla de inicio formada por baldosas vivas con información en tiempo real, en lugar de la clásica parrilla de iconos estáticos. La interfaz resultaba muy limpia, con tipografía grande, gestos simples y una sensación de fluidez que muchos usuarios destacaban por encima de la competencia en aquella época.

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Windows Phone 7 ofrecía una experiencia cuidada y diferenciada, pero llegó significativamente tarde a la batalla. Cuando los primeros terminales con este sistema se pusieron a la venta, iOS ya estaba muy consolidado y Android crecía a gran velocidad en todos los segmentos de precio. A esa desventaja temporal se sumó un catálogo de aplicaciones muy escaso frente a las tiendas de Apple y Google.

El momento de mayor ambición de Microsoft llegó con Windows Phone 8, lanzado dos años después. Esta versión dio el salto a un kernel basado en Windows NT, añadió soporte para procesadores multinúcleo, permitió pantallas de mayor resolución y mejoró la integración con el Windows de escritorio. A nivel de hardware, la compañía quiso reforzar su apuesta con una alianza muy estrecha con Nokia.

La antigua gigante finlandesa, ya en declive y todavía atada al veterano Symbian, decidió jugárselo todo con la familia Nokia Lumia con Windows Phone. Estos móviles ofrecían un hardware competitivo para su época, cámaras bien valoradas y una experiencia de uso generalmente positiva, avalada también por buena parte de la crítica especializada.

Paradójicamente, el punto álgido de popularidad de los Nokia Lumia llegó poco antes de su declive. En 2013, la marca consiguió una cierta tracción gracias a modelos bien valorados, pero un año después Microsoft adquirió la división Devices & Services de Nokia. Esa compra, que pretendía reforzar el ecosistema, terminó socavando la confianza de otros fabricantes.

Un sistema distinto, pero sin las apps clave

Pese a esas virtudes, el talón de Aquiles de la plataforma nunca llegó a resolverse: la falta de aplicaciones clave en la tienda. Muchos desarrolladores se mostraron fríos ante un sistema con poca cuota de mercado y APIs más limitadas que las de iOS y Android, y eso se tradujo en una oferta de software claramente inferior.

Durante años, en Windows Phone faltaron apps tan básicas como Instagram en su lanzamiento, que no llegó hasta 2013. WhatsApp apareció en 2012, pero en una versión recortada y con un rendimiento muy irregular, lo que lastró aún más la percepción del sistema entre el gran público.

A ello se sumó la ausencia de servicios esenciales del ecosistema de Google: nunca hubo una aplicación oficial de YouTube, ni de Google Maps ni de Gmail para la plataforma. Los usuarios acababan recurriendo a soluciones alternativas o a versiones web, muy por detrás en comodidad y funcionalidad respecto a lo que ofrecían los móviles Android o el iPhone.

Paradójicamente, el punto álgido de popularidad de los Nokia Lumia llegó poco antes de su declive. En 2013, la marca consiguió una cierta tracción gracias a modelos bien valorados, pero un año después Microsoft adquirió la división Devices & Services de Nokia. Esa compra, que pretendía reforzar el ecosistema, terminó socavando la confianza de otros fabricantes.

Con Nokia convertida prácticamente en el único socio relevante, el resto de fabricantes se alejó del proyecto Windows Phone. Android e iOS habían tomado ya una ventaja casi inalcanzable en cuota de mercado, tiendas de aplicaciones y fidelidad de usuarios, dejando a Microsoft en una posición muy complicada para seguir compitiendo.

Windows 10 Mobile y el final de la aventura

El último gran intento llegó en 2015 con Windows 10 Mobile, la versión que buscaba unificar la experiencia entre el PC y el teléfono. Microsoft apostó entonces por las llamadas Apps Universales (UWP), pensadas para funcionar tanto en ordenadores como en móviles y otros dispositivos con Windows 10.

Una de las ideas más llamativas de aquella etapa fue Continuum, que permitía continuar en el móvil lo que se estaba haciendo en el PC o incluso conectar el teléfono a una pantalla grande para usarlo como una especie de miniordenador. Sobre el papel, la propuesta resultaba muy avanzada y encajaba bien con el discurso de productividad de la compañía.

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Sin embargo, todo volvió a llegar demasiado tarde a un mercado ya repartido entre Android e iOS. La base de usuarios era pequeña, el interés de los desarrolladores se mantenía bajo y muchos fabricantes habían perdido la confianza en la viabilidad del proyecto. Ni siquiera los esfuerzos por unificar plataformas y experiencias consiguieron revertir la caída.

En 2017, Microsoft confirmó que dejaba de desarrollar nuevas funciones para Windows Phone y Windows 10 Mobile, limitándose a ofrecer correcciones de seguridad. Dos años después, en 2019, terminó el soporte oficial, cerrando una etapa que muchos identifican con el Microsoft Lumia 950 XL como último gran exponente.

Para buena parte de la comunidad tecnológica, aquella incursión en el mercado móvil se considera uno de los mayores fracasos estratégicos de la historia de Microsoft. La compañía perdió una oportunidad clave para competir de tú a tú con Apple y Google en un sector que, con el tiempo, ha pasado a ser el centro del ecosistema digital de millones de personas.

Por qué algunos usuarios quieren su regreso

A pesar de ese desenlace, un grupo de usuarios sigue guardando un recuerdo muy positivo de Windows Phone. Valoran su fluidez, la coherencia de su diseño y la sensación de frescura frente a las interfaces más recargadas que dominan hoy en día. Para ellos, recuperar ese enfoque en 2025 tendría sentido, especialmente en un entorno donde muchos móviles ofrecen experiencias muy similares.

En el contexto actual, la petición para revivir la plataforma se apoya también en los avances de Microsoft con Windows 11 en procesadores Arm. La compañía ha invertido bastante en optimizar su sistema para chips Arm, los mismos que dominan el mercado de smartphones, y en dispositivos como los Surface con SoC Snapdragon ya se ve parte de ese trabajo.

Desde esa perspectiva, quienes impulsan el regreso argumentan que lo más complejo, el sistema operativo adaptado a Arm y las apps compatibles, ya estaría en marcha. Faltaría dar el salto al formato móvil, ajustando la interfaz y la experiencia de uso, algo que, en teoría, podría resultar más asequible hoy que hace una década.

Además, en un mercado móvil que lleva años dominado por Android e iOS, los defensores de la idea creen que podría haber espacio para un tercer actor que apostara por la simplicidad, la productividad y cierto aire fresco. Así, un «Windows 11 Mobile» o «Windows Phone 11» tendría potencial para atraer a usuarios cansados de ver siempre las mismas opciones.

No obstante, incluso algunos nostálgicos reconocen que el regreso no deja de ser un deseo más emocional que realista. La cuota de mercado mínima, el esfuerzo necesario y la estrategia actual de Microsoft hacen muy complicado que se materialice algo más allá del debate teórico y la ilusión puntual de una recogida de firmas.

Los obstáculos para un hipotético Windows Phone 11

Mirado con frialdad, el principal reto para resucitar Windows Phone sería reconstruir un ecosistema completo desde casi cero. No basta con lanzar un sistema operativo atractivo; hacen falta aplicaciones, servicios, acuerdos con fabricantes, operadores y desarrolladores que apuesten por una plataforma con futuro.

Microsoft tendría que invertir enormes cantidades de dinero para convencer a los creadores de apps de que vale la pena desarrollar y mantener versiones específicas para un sistema con una base de usuarios inicialmente muy pequeña. La experiencia anterior con Windows Phone dejó cierta desconfianza en la comunidad de desarrolladores, algo que no ayudaría precisamente a empezar de nuevo.

A esto se suma que los consumidores llevan más de una década acostumbrados a iOS y Android. Cambiar de sistema implica renunciar a compras previas de aplicaciones, adaptarse a nuevos menús y perder comodidad en la integración con otros dispositivos del hogar o del trabajo. Un pequeño grupo de entusiastas podría dar el salto, pero convencer al gran público sería una tarea mucho más difícil.

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Otro factor clave sería el hardware propio. La compañía de Redmond ya comprobó con la compra de Nokia lo delicado que es depender de socios externos para sostener una plataforma móvil. Sin un smartphone de referencia claro y bien posicionado, un nuevo Windows Phone tendría complicado hacerse un hueco, y volver a fabricar móviles en serio abriría un frente que la empresa abandonó hace años.

Por último, muchos observadores dudan de que una hipotética integración masiva de Copilot y Microsoft 365 se traduzca en una experiencia ligera y poco intrusiva. La percepción actual de Windows 11 como un sistema cargado de funciones, notificaciones y servicios integrados juega en contra del relato de simplicidad que inspiran los recuerdos de Windows Phone original.

La IA como tentación… y como riesgo

Hay quien sostiene que solo la inteligencia artificial podría empujar a Microsoft a replantearse su presencia en móviles. En un escenario donde Google avanza con su propio asistente potenciado por IA y Apple empieza a introducir funciones similares en sus dispositivos, carecer de un sistema operativo móvil propio limita la capacidad de Microsoft para competir de igual a igual en ese terreno.

La compañía está intentando paliar esa ausencia llevando Copilot a Android y iOS mediante aplicaciones y acuerdos con fabricantes, así como integrándolo en navegadores y servicios en la nube. Sin embargo, no es lo mismo tener el control total del sistema que depender de capas ajenas, y ahí es donde algunos ven la tentación de volver a probar suerte con una plataforma propia.

El problema es que el historial de Microsoft en el mercado móvil pesa como una losa. Después de la inversión en la compra de Nokia y los años dedicados a impulsar Windows Phone, el resultado fue un cierre precipitado y una cuota de mercado residual. Repetir un movimiento de ese calibre implicaría asumir un riesgo financiero y reputacional considerable.

Además, muchos usuarios de Windows 11 ya perciben que la integración de Copilot en el escritorio se ha hecho de manera un tanto invasiva, con notificaciones y funciones que no siempre se perciben como útiles. Trasladar esa misma filosofía a un móvil podría generar rechazo, especialmente entre quienes valoran la discreción y el control sobre sus datos personales.

En el contexto europeo y español, donde las normativas de privacidad y competencia son especialmente estrictas, un sistema operativo móvil muy centrado en la recopilación de datos para IA podría enfrentarse a un escrutinio adicional por parte de los reguladores. Esto añadiría otra capa de complejidad a un relanzamiento ya de por sí difícil.

A día de hoy, todo apunta a que Microsoft seguirá priorizando la inteligencia artificial y sus servicios en la nube por encima de una vuelta al hardware móvil. Incluso divisiones como la de Xbox han pasado a un segundo plano en la estrategia global, lo que da una idea de hasta qué punto la empresa está concentrando recursos en aquellas áreas que considera más estratégicas.

Con todo, el debate que ha generado esta petición demuestra que la huella de Windows Phone sigue viva en la memoria de muchos usuarios. Entre el recuerdo cariñoso, la crítica a los errores del pasado y la curiosidad por imaginar qué podría haber sido un «Windows Phone 11» con IA integrada, el tema vuelve a poner sobre la mesa hasta qué punto el mercado móvil dejó escapar una tercera vía que nunca llegó a consolidarse.

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