¿Trabajar menos mejora la salud? La semana laboral de cuatro días bajo la lupa científica

Última actualización: julio 24, 2025
  • Reducir la jornada laboral a cuatro días mejora la salud física y mental de los trabajadores sin afectar el salario ni la productividad.
  • Los beneficios incluyen menos agotamiento, mejor calidad del sueño y mayor satisfacción laboral.
  • Las empresas reorganizan tareas para mantener el rendimiento y la implicación aumenta cuando la reducción de horas es mayor.
  • El cambio puede no ser viable en todos los sectores, pero la evidencia favorece la transición hacia modelos laborales más flexibles.

trabajar menos y salud

En los últimos años ha cobrado fuerza un debate que, lejos de plantear solo mejoras en la calidad de vida, aspira a transformar la organización del empleo: ¿Es beneficioso para la salud y el rendimiento laboral trabajar menos horas a la semana? La duda, hasta hace poco terreno de la intuición y la especulación, ha encontrado respuesta en estudios que aportan evidencia científica sólida sobre los efectos de la reducción de jornada laboral en la salud física y mental de los trabajadores, así como en la productividad de las empresas.

El modelo que más interés despierta es la semana laboral de cuatro días sin reducción de salario. Numerosas investigaciones, entre ellas un estudio internacional recientemente publicado en la revista Nature Human Behaviour, exploran hasta qué punto disminuir el tiempo de trabajo puede ser la clave para un mayor bienestar individual y colectivo. Este tipo de experimentos, que se han desplegado en países como Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos, han dejado claro que trabajar menos horas repercute directamente en la satisfacción, la salud mental y la motivación de quienes lo experimentan.

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Menos horas, más salud y satisfacción en el trabajo

En la investigación más destacada sobre este fenómeno, participaron casi 3.000 empleados de 141 organizaciones, quienes vieron reducida su jornada semanal entre una y ocho horas sin que ello supusiera una pérdida de salario. El cambio principal fue la implantación de la semana laboral de cuatro días, aunque en algunos casos el recorte de horas fue inferior. Los resultados fueron contundentes: los trabajadores experimentaron menos agotamiento, fatiga y problemas de sueño, al tiempo que mejoraba su salud física y mental. El nivel de satisfacción laboral también aumentó de forma apreciable.

Comparando estos datos con los de un grupo de control que mantuvo su semana laboral tradicional, solo quienes redujeron su jornada mostraron mejoras significativas en todos los indicadores analizados. Entre los factores determinantes destacan la mejor calidad del sueño, menor cansancio y mayor percepción de control sobre el tiempo, lo que favoreció tanto la vida profesional como la personal.

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La productividad no se resiente y la empresa también sale ganando

Uno de los grandes temores asociados a trabajar menos es el posible impacto negativo en la productividad empresarial. Sin embargo, los datos recogidos en los estudios contradicen esta creencia. En la mayoría de los casos, las empresas reorganizaron sus procesos internos eliminando tareas que no aportaban valor, como reuniones improductivas, y se apostó por una mayor eficiencia. Así, el rendimiento de los empleados se mantuvo estable o incluso mejoró en muchas ocasiones, según reportes de las propias compañías.

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El compromiso de mantener la productividad fue asumido tanto por empresas como trabajadores, lo que demuestra que, con una buena preparación y apoyo organizativo, es posible trabajar menos sin perder eficacia. En países como Reino Unido, tras una prueba piloto, la gran mayoría de las empresas participantes decidieron mantener la semana de cuatro días debido a los beneficios percibidos en el ambiente laboral, la implicación del personal y los resultados empresariales.

Factores clave: personalización y reorganización del trabajo

La clave del éxito parece residir en adaptar la reducción de horas a cada trabajador e implicar a la plantilla en el rediseño de los procesos. Los beneficios observados fueron mayores en quienes recortaron más tiempo de trabajo y en las empresas que supieron ajustar tareas para evitar sobrecargar los días restantes. El entrenamiento previo y la eliminación de tareas innecesarias jugaron un papel fundamental en aumentar el rendimiento y reducir el desgaste emocional.

Entre los factores que mediaron estos resultados se destacan la mejora en la percepción de capacidad para cumplir con las tareas, mejor descanso nocturno y una sensación de mayor apoyo dentro del entorno laboral. Incluso se midió un ligero incremento de la actividad física y del control sobre el horario propio, lo que refuerza la idea de un bienestar integral más allá del ámbito profesional.

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¿Es viable en todos los sectores? Luces y sombras del modelo

Pese a las evidencias positivas, no todos los expertos creen que la reducción de jornada pueda aplicarse de forma universal. Factores como la naturaleza de laempresa, el sector y el nivel de productividad previo influyen en la viabilidad y el impacto de la medida. Si bien grandes compañías de servicios o tecnológicas tienen más margen de maniobra, pequeñas empresas y sectores con poca capacidad de reorganización pueden encontrar más dificultades para implantarlas sin comprometer sus resultados.

Asimismo, algunos analistas subrayan la importancia de continuar evaluando los efectos a largo plazo, ya que la mayoría de los datos existentes se basan en estudios de seis a doce meses y en empresas voluntarias, lo que podría limitar la generalización de los hallazgos. Sin embargo, los indicios recogidos hasta el momento son consistentes y abren la puerta a nuevas formas de organizar el trabajo con el objetivo de equilibrar salud, productividad y bienestar.

A día de hoy, la semana laboral de cuatro días sin reducción salarial ha demostrado ser una opción viable y ventajosa para muchas organizaciones y trabajadores, siempre que se acompañe de una buena planificación y un compromiso real con el cambio. Aunque todavía queda camino por recorrer, los resultados avalan la posibilidad de trabajar menos, vivir mejor y mantener el rendimiento profesional, reformulando así el sentido común sobre cómo y cuánto deberíamos trabajar.

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