Nvidia adquiere Groq: qué hay detrás de la mayor apuesta en chips de IA

Última actualización: diciembre 25, 2025
  • Nvidia acuerda comprar los activos de Groq por unos 20.000 millones de dólares, en la mayor operación de su historia.
  • La compra se centra en la tecnología de chips de inferencia y el talento, dejando fuera el negocio de nube GroqCloud.
  • Groq pasa de una valoración de 6.900 millones a una oferta casi triple en solo unos meses, impulsando a sus grandes inversores.
  • La operación refuerza el dominio de Nvidia en hardware de IA y aviva el escrutinio regulatorio en EE. UU. y la Unión Europea.

Nvidia adquiere Groq

La industria de la inteligencia artificial vive un momento de consolidación sin precedentes, y el último movimiento de Nvidia es buena prueba de ello. La compañía estadounidense ha alcanzado un acuerdo para hacerse con la práctica totalidad de los activos de Groq, una de las startups de chips de IA más comentadas del sector, en una operación que los medios sitúan en torno a los 20.000 millones de dólares pagados en efectivo.

Esta cifra convierte la compra de Groq en la mayor adquisición de la historia de Nvidia, muy por encima de lo que pagó en 2019 por el diseñador de chips Mellanox (cerca de 7.000 millones). Con el refuerzo de Groq, Nvidia busca afianzar su dominio en el hardware de IA tanto en centros de datos como en servicios en la nube de terceros, una cuestión que interesa muy de cerca a empresas y reguladores en Europa y España, donde se multiplican los proyectos basados en grandes modelos de lenguaje y cómputo acelerado.

Contexto de la operación: quién es Groq y por qué interesa a Nvidia

Groq chips de inteligencia artificial

Groq es una startup fundada en 2016 por exingenieros de Google, entre ellos Jonathan Ross, uno de los responsables originales de las TPU (Tensor Processing Units) del buscador. La empresa se ha especializado en aceleradores de inferencia de IA, es decir, en el tipo de chip que se utiliza cuando un modelo ya entrenado se pone a trabajar respondiendo peticiones de usuarios o ejecutando servicios en producción.

En lugar de centrarse en las clásicas GPU, Groq ha desarrollado sus propias arquitecturas, con especial protagonismo de las llamadas LPU (Language Processing Units). Estos chips están optimizados para ejecutar modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM) con baja latencia y un consumo energético reducido, gracias, entre otros elementos, al uso intensivo de memoria SRAM integrada en el propio chip. Esa apuesta técnica ha permitido a Groq posicionarse como un rival incómodo para Nvidia en el segmento de la inferencia.

La compañía dio un salto de visibilidad en septiembre de 2025, cuando cerró una ronda de financiación de 750 millones de dólares que valoraba la empresa en 6.900 millones. En esa operación participaron inversores de primer nivel como BlackRock, Samsung, Cisco, Neuberger Berman, DTCP y otros fondos estadounidenses. Apenas unos meses después, Nvidia está dispuesta a pagar casi tres veces esa valoración, lo que subraya el atractivo estratégico de la tecnología de Groq.

Para Nvidia, incorporar esta plataforma de chips de inferencia supone no solo absorber a un competidor prometedor, sino también reforzar su oferta para una fase de la IA —el despliegue de modelos en uso real— donde la presión competitiva de empresas como AMD, Cerebras y otros nuevos actores es cada vez mayor. La compañía ya domina con holgura el segmento de entrenamiento de modelos, pero necesitaba un golpe de efecto en el terreno del razonamiento y la ejecución en tiempo real.

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Detalles clave del acuerdo: activos, licencias y negocio de nube

Acuerdo de Nvidia y Groq

Según distintas informaciones adelantadas por medios económicos y tecnológicos, el acuerdo contempla que Nvidia adquiera todos los activos tecnológicos de Groq, incluidos sus diseños de chips, propiedad intelectual y equipo técnico clave. Quedaría fuera, eso sí, su incipiente negocio de computación en la nube, conocido como GroqCloud, que continuaría operando por separado como una empresa independiente.

Esta estructura no es casual. Al limitar la compra a los activos de hardware y al talento, Nvidia evita convertirse en un proveedor directo de servicios de nube que pudiese competir con sus principales clientes, como AWS, Microsoft Azure o Google Cloud. La compañía se asegura así la tecnología de Groq sin abrir un frente directo en el terreno del cloud público, donde colabora estrechamente con los grandes operadores globales que despliegan sus GPU en centros de datos repartidos por todo el mundo, incluyendo Europa.

Antes de que trascendiese la magnitud de la operación, Groq había anunciado un acuerdo de licencia no exclusiva con Nvidia para su tecnología de inferencia, acompañado del fichaje de su fundador Jonathan Ross, del presidente Sunny Madra y de otros ejecutivos que pasarán a trabajar dentro de Nvidia. En ese momento, la startup insistía en que seguiría como compañía independiente, algo que ahora queda matizado por la compra de activos y el traslado de buena parte de su equipo de ingeniería.

Fuentes del sector señalan que este tipo de estructuras —licencias tecnológicas, compras de activos y participaciones inferiores al 50 %— se han vuelto habituales en grandes operaciones estadounidenses para reducir la fricción con los reguladores de competencia. En el caso de Nvidia y Groq, la fórmula permite a la primera controlar la tecnología crítica sin adquirir formalmente la totalidad de la sociedad, lo que podría haber desencadenado análisis antimonopolio más severos en distintas jurisdicciones.

Por ahora, ni Nvidia ni Groq han ofrecido todos los detalles del precio final o del calendario de cierre, aunque diversas fuentes —entre ellas el propio Alex Davis, CEO del inversor Disruptive— confirman que el valor manejado ronda los 20.000 millones de dólares y que «el acuerdo se está cerrando rápidamente».

Una revalorización fulgurante y el papel de los grandes inversores

Inversores de Groq

La venta de los activos de Groq a Nvidia supone un salto de valoración histórico para la startup. Entre agosto de 2024 y septiembre de 2025, su valoración pasó de 2.800 millones a 6.900 millones de dólares tras la citada ronda de financiación. Si el precio de venta se consolida en torno a los 20.000 millones, los primeros inversores verían casi triplicado el valor de su participación en cuestión de meses.

En esa ronda participaron tanto gigantes de la gestión de activos como BlackRock como socios industriales de peso, entre ellos Samsung Electronics y Cisco Systems, además de fondos como Neuberger Berman, DTCP, 1789 Capital y otros. La presencia de este tipo de inversores, algunos con fuertes conexiones políticas en Estados Unidos, añade una capa adicional de sensibilidad geopolítica y estratégica a la operación.

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Para Nvidia, el desembolso, aunque cuantioso, encaja en una fase de expansión apoyada por una caja muy abultada. A finales de octubre, la compañía contaba con más de 60.000 millones de dólares en efectivo y equivalentes, un salto gigantesco frente a los poco más de 13.000 millones de principios de 2023. Ese músculo financiero procede del boom de demanda de chips de IA, especialmente para centros de datos, que ha disparado sus ingresos trimestrales y márgenes.

Además de la compra de Groq, Nvidia ha realizado otras inversiones y adquisiciones estratégicas en software y servicios relacionados con la IA, como la compra de SchedMD (responsable del gestor de colas Slurm) y participaciones en empresas de computación en la nube y modelos de lenguaje. La integración de la tecnología de Groq se suma así a toda una ofensiva destinada a consolidar un ecosistema completo que abarca desde el silicio hasta el software y los servicios.

Esta combinación de liquidez abundante, una demanda en alza y un catálogo cada vez más integrado explica por qué Nvidia puede abordar operaciones valoradas en decenas de miles de millones de dólares sin comprometer de forma apreciable su posición financiera, manteniendo a la vez un ritmo de innovación muy alto.

Impacto en el mercado de chips de IA y en el ecosistema europeo

Impacto en el mercado de chips de IA

La absorción de la tecnología de Groq por parte de Nvidia tiene efectos directos sobre el mercado de chips para inteligencia artificial, tanto a nivel global como en regiones como la Unión Europea, donde se está impulsando una infraestructura propia de supercomputación y centros de datos especializados en IA. Nvidia ya es el proveedor dominante de aceleradores para centros de datos, y su peso se siente en proyectos punteros de países como España, Francia o Alemania, que utilizan sus GPU para entrenar y desplegar modelos de lenguaje multilingües o aplicaciones científicas.

Integrar los aceleradores optimizados para inferencia de Groq puede traducirse en servicios de IA más rápidos y eficientes para clientes europeos que hoy se apoyan en la nube pública o en infraestructuras on-premise basadas en Nvidia. Desde el punto de vista técnico, la combinación de GPU para entrenamiento y LPU de baja latencia para inferencia abre la puerta a soluciones híbridas donde grandes modelos se entrenan en superordenadores y después se sirven con tiempos de respuesta casi instantáneos a millones de usuarios.

Para las empresas y administraciones públicas de la UE, este movimiento tiene una doble cara. Por un lado, facilita el acceso a tecnología de vanguardia desde un único proveedor, lo que simplifica integraciones y puede reducir ciertos costes operativos. Por otro, aumenta el grado de dependencia de un solo actor, algo que choca con los esfuerzos europeos por diversificar su base tecnológica y promover alternativas propias en el marco de programas como el Chips Act europeo o las iniciativas de supercomputación promovidas por EuroHPC.

El ecosistema de startups y scaleups europeas centradas en hardware de IA e infraestructuras en la nube también se verá afectado. La compra de Groq envía el mensaje de que las innovaciones más rompedoras acaban integrándose en los grandes gigantes, lo que puede, a la vez, incentivar a emprendedores a apostar por soluciones de nicho muy especializadas y, al mismo tiempo, dificultar que consoliden proyectos independientes de gran tamaño capaces de competir a largo plazo.

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En el ámbito español, donde empiezan a despegar iniciativas de centros de datos de alta densidad y clústeres de IA impulsados tanto por operadores de telecomunicaciones como por proveedores cloud internacionales, la mejora en la oferta de chips de inferencia de Nvidia se traducirá previsiblemente en servicios más potentes para sectores como la banca, la salud, la administración electrónica o la industria manufacturera.

Dimensión regulatoria y posibles frenos a la operación

La operación llega en un momento de máximo escrutinio sobre la posición de Nvidia en el mercado de aceleradores de IA. Autoridades de competencia en Estados Unidos, la Unión Europea y otras regiones observan con lupa los movimientos de los grandes grupos tecnológicos, preocupadas por la concentración de poder en unas pocas manos y su impacto en precios, acceso a hardware y capacidad de innovación de terceros.

El hecho de que la transacción se articule como compra de activos y acuerdos de licencia, y no como una adquisición tradicional del 100 % de la sociedad, puede reducir la intensidad del examen regulatorio. Sin embargo, el efecto práctico —la integración de la tecnología de Groq bajo el paraguas de Nvidia— seguirá siendo un asunto relevante en cualquier análisis de competencia, especialmente en mercados donde la empresa ya posee una cuota ampliamente dominante en centros de datos.

En Europa, donde la Comisión Europea ha mostrado interés en revisar el impacto de las grandes plataformas tecnológicas en la economía digital, no se descarta que esta operación se incluya dentro de un debate más amplio sobre la soberanía tecnológica y la necesidad de apoyar alternativas locales en el ámbito de los semiconductores y la computación de alto rendimiento.

Analistas del sector apuntan a que la forma elegida para el acuerdoun licenciamiento no exclusivo combinado con la compra de activos— puede presentar la imagen de un ecosistema algo más abierto, permitiendo que otros actores sigan aprovechando parte de la tecnología de Groq, aunque sea bajo la supervisión de Nvidia. Aun así, el efecto sobre los competidores directos, desde AMD e Intel hasta nuevas startups de silicio, será notable, ya que se enfrentan a un rival que refuerza aún más su control sobre el hardware de referencia para IA.

Más allá de las cuestiones formales, esta clase de transacciones reaviva el debate sobre cómo equilibrar la necesidad de escalar rápidamente la infraestructura de IA con la de mantener un terreno de juego relativamente equilibrado, donde nuevas empresas puedan plantear alternativas viables sin verse obligadas a venderse prematuramente a los grandes grupos.

La compra de los activos de Groq por parte de Nvidia se antoja como un punto de inflexión en la carrera por el hardware de inteligencia artificial: refuerza la hegemonía del gigante de las GPU, premia con creces a los inversores que apostaron por la startup y lanza un mensaje claro al mercado europeo y global de que la combinación de chips de entrenamiento y soluciones de inferencia ultraeficientes será el estándar de facto en los próximos años, a la espera de ver hasta qué punto reguladores y nuevos competidores son capaces de poner contrapesos a una posición cada vez más dominante.

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