- La actualización KB5070311 de Windows 11 introduce mejoras de rendimiento pero provoca un destello blanco en el Explorador de archivos en modo oscuro.
- El icono de contraseña desaparece de la pantalla de bloqueo cuando hay varios métodos de inicio de sesión configurados, aunque la opción sigue activa.
- Microsoft reconoce ambos fallos, ofrece explicaciones parciales y trabaja en un parche corrector mientras recomienda cierta cautela al actualizar.
- Los errores se suman a otros problemas recientes con parches de Windows 11, alimentando las dudas sobre los controles de calidad.

La última actualización de Windows 11 ha vuelto a situar a Microsoft en el centro del debate tecnológico, especialmente en España y el resto de Europa, donde una parte importante de los usuarios sigue moviéndose entre la migración desde Windows 10 y los continuos ajustes del nuevo sistema. Lo que debía ser un paquete de mejoras de rendimiento y estabilidad ha terminado generando errores visuales y de accesibilidad que afectan a funciones básicas del día a día.
En concreto, el reciente parche acumulativo KB5070311 para Windows 11, distribuido en diciembre para las versiones 24H2 y 25H2, ha introducido una experiencia renovada del modo oscuro en el Explorador de archivos y pequeños retoques en la pantalla de bloqueo. Sin embargo, estos cambios han llegado acompañados de un destello blanco molesto en el Explorador y de la desaparición del icono de contraseña en la pantalla de bloqueo, problemas ya reconocidos oficialmente por la compañía.
Qué cambia con la última actualización de Windows 11

La actualización de diciembre identificada como KB5070311 forma parte de las compilaciones más recientes de Windows 11 24H2 y 25H2 y está orientada a mejorar el rendimiento, la fiabilidad y la experiencia de uso sin tocar directamente aspectos de seguridad. Entre sus cambios más visibles destaca el intento de unificar el modo oscuro en el Explorador de archivos, adaptando cada vez más diálogos y ventanas emergentes al tema oscuro del sistema.
Dentro de ese esfuerzo de coherencia visual, Microsoft ha empezado a extender el tema oscuro a más secciones del Explorador, incluyendo las ventanas de copiar y mover archivos, los mensajes de error, las barras de progreso y los diálogos de confirmación. La idea es que el usuario que activa el modo oscuro no se encuentre con destellos o cuadros blancos aislados que rompan la estética general de la interfaz.
Además de estos cambios en el explorador, la actualización de Windows 11 incorpora retocs menores en la experiencia de inicio de sesión, ajustes en la pantalla de bloqueo y un trabajo continuo para que el aspecto oscuro sea más uniforme en otros componentes de la interfaz, como menús emergentes, advertencias del sistema y cuadros de diálogo habituales.
Sobre el papel, el paquete se presenta como una actualización orientada a pulir detalles y preparar el terreno para futuras integraciones, en paralelo a otras novedades que están llegando en builds cercanas: mejoras en el menú de Inicio y la búsqueda, más opciones en la app de Configuración, nuevos ajustes para dispositivos móviles y un modo oscuro más consistente a nivel global.
El destello blanco en el Explorador de archivos: el modo oscuro se tuerce

El problema más visible de la última actualización de Windows 11 tiene que ver con el elemento que millones de usuarios utilizan a diario: el Explorador de archivos. Tras instalar el parche KB5070311, numerosos equipos han empezado a mostrar un parpadeo o pantalla blanca muy breve al abrir el Explorador con el modo oscuro activado. Ese destello aparece justo antes de que se carguen las carpetas y los archivos.
Microsoft detalla que el fallo no se limita a la apertura inicial. El destello blanco puede reproducirse también al realizar acciones habituales como navegar hacia o desde la pestaña Inicio o la sección Galería, crear una nueva pestaña, activar o desactivar el panel de Detalles o pulsar en la opción de «Más detalles» durante una copia de archivos. Es decir, afecta a tareas cotidianas que la mayoría de usuarios realiza sin pensar.
Aunque el parpadeo dura apenas unos segundos, el impacto en la experiencia de uso es evidente: rompe la continuidad del modo oscuro y puede llegar a ser especialmente molesto para quienes pasan muchas horas gestionando archivos o para usuarios sensibles a cambios bruscos de luminosidad en la pantalla. No es un fallo crítico desde el punto de vista funcional, pero sí un problema de comodidad y ergonomía visual.
Este comportamiento encaja con lo que ya venían observando medios especializados y probadores de versiones previas de Windows 11: en el intento de extender el tema oscuro a todos los diálogos del Explorador, se han colado efectos de destello blanco que antes estaban más localizados. Lo que debía reducir esos flashes en blanco ha terminado, por el momento, aumentando la sensación de parpadeo.
Microsoft ha reconocido de forma oficial el fallo en su página de soporte y ha explicado que los ingenieros ya están trabajando en una corrección. La compañía anticipa que el problema debería quedar resuelto en una próxima actualización acumulativa, previsiblemente vinculada a los parches de seguridad habituales de diciembre, aunque sin comprometer todavía una fecha cerrada para todos los usuarios.
Icono de contraseña invisible en la pantalla de bloqueo

El segundo error llamativo que ha dejado la última actualización de Windows 11 se produce en la pantalla de bloqueo, justo en el momento de iniciar sesión. En los equipos donde hay configurados varios métodos de autenticación (por ejemplo, PIN, huella, reconocimiento facial y contraseña clásica), el icono que permite seleccionar la contraseña manual ha dejado de mostrarse tras la instalación del parche KB5070311.
Lo curioso del caso es que la opción en sí no ha desaparecido. Lo que se ha vuelto invisible es el icono que la representa. Según explica Microsoft, si el usuario mueve el cursor sobre el espacio donde debería aparecer el icono, la descripción emergente sigue estando ahí y al hacer clic se abre el cuadro de texto de siempre para introducir la contraseña. Es decir, el botón existe, pero se ha vuelto gráficamente invisible.
Este fallo, más allá de lo llamativo, tiene un componente de accesibilidad y usabilidad importante. Usuarios menos acostumbrados a lidiar con incidencias técnicas pueden pensar que su método de acceso por contraseña ha sido deshabilitado o que el sistema ha sufrido algún problema de mayor gravedad. En entornos compartidos, oficinas o aulas, el simple hecho de que el icono no aparezca puede generar confusión y pérdida de tiempo.
Microsoft reconoce que este comportamiento no es totalmente nuevo. La compañía ha indicado que el error ya se había detectado en una actualización de vista previa no relacionada con la seguridad lanzada en agosto (KB5064081) y en compilaciones posteriores, pero que ha terminado llegando al canal general con la actualización de diciembre. La empresa asegura que mantiene abierta la investigación y que proporcionará más detalles cuando disponga de una solución estable.
Mientras tanto, la recomendación provisional pasa por dos caminos: los usuarios que aún no hayan instalado la actualización pueden esperar a una próxima versión acumulativa donde estos problemas estén corregidos, y quienes ya la tengan en su PC deben recordar que la opción de contraseña sigue ahí, aunque no sea visible a simple vista, y que basta con apuntar el ratón a la zona en la que solía estar el icono.
Una cadena de fallos recientes en las actualizaciones de Windows 11

Los problemas de la actualización KB5070311 no llegan en un vacío. En los últimos meses, Windows 11 ha acumulado varios episodios similares en los que parches lanzados para corregir fallos o mejorar la experiencia han terminado introduciendo nuevas incidencias. Esto ha alimentado un clima de desconfianza creciente entre muchos usuarios, incluidas empresas europeas que dependen de una estabilidad razonable en sus equipos.
Antes de este parche, otras actualizaciones recientes habían provocado fallos en el Explorador de archivos, la pantalla de bloqueo, el menú Inicio y la barra de tareas, llegando incluso a impedir que estos componentes se abrieran correctamente o a que desaparecieran de la vista al acceder al escritorio. En algunos casos, los usuarios se han encontrado con pantallas negras al iniciar sesión o con elementos clave de la interfaz que no responden tras instalar los parches de seguridad.
Este encadenamiento de incidencias ha hecho que una parte de la comunidad, tanto doméstica como profesional, se plantee retrasar o pausar temporalmente las actualizaciones, especialmente las que se presentan como opcionales o de vista previa. La percepción general de que «cada parche abre un nuevo frente» se ha reforzado con estos últimos episodios.
Incluso antiguos ingenieros de Microsoft han señalado públicamente que el nuevo ritmo de desarrollo y la prioridad que la empresa está dando a funciones vinculadas a la inteligencia artificial podrían estar desviando recursos y atención de la corrección sistemática de bugs. Aunque la compañía sostiene que sigue invirtiendo en calidad, las dudas sobre los procesos de pruebas antes de liberar las actualizaciones son cada vez más frecuentes.
En este contexto, el caso de la actualización KB5070311 se percibe como un ejemplo más de esa tendencia: un intento legítimo de mejorar la coherencia visual del sistema que termina convertido en un nuevo quebradero de cabeza para quienes usan el modo oscuro o gestionan contraseñas en equipos con varios tipos de autenticación.
Qué puede hacer el usuario: recomendaciones prácticas

Ante una última actualización de Windows 11 que trae consigo mejoras pero también fallos visibles, la pregunta lógica es cómo deberían actuar los usuarios, especialmente en España y otros países europeos donde muchas pymes y particulares dependen de sus equipos a diario para trabajar o estudiar. La respuesta no es única, pero sí hay algunas pautas sensatas que se repiten entre administradores y expertos.
Para quienes aún no han instalado KB5070311, una opción prudente es esperar unos días y comprobar si Microsoft libera un parche corrector o actualiza la información de soporte antes de aplicar la actualización en masa. Esto es especialmente relevante en entornos corporativos, donde un fallo en el Explorador o en la pantalla de bloqueo puede afectar a decenas o cientos de empleados a la vez.
En los equipos donde la actualización ya está instalada y el destello blanco del Explorador resulte especialmente molesto, algunos usuarios optan por desactivar temporalmente el modo oscuro desde Configuración > Personalización > Colores, al menos hasta que llegue la corrección oficial. No es una solución ideal para quien prefiere trabajar con tonos oscuros, pero reduce el impacto del parpadeo en el día a día.
En el caso del icono de contraseña invisible, la medida más inmediata es informar a los usuarios de que la opción sigue presente aunque no se vea. Basta con situar el puntero donde estaba el icono y hacer clic para que aparezca la caja de texto, algo que puede explicarse en unos segundos en entornos de oficina o centros educativos para evitar confusiones.
A medio plazo, algunos administradores recomiendan revisar la política de actualizaciones automáticas de Windows 11, sobre todo en organizaciones con muchos puestos de trabajo. Pausar la instalación inmediata de las actualizaciones opcionales y probarlas primero en un número reducido de equipos puede ayudar a detectar este tipo de fallos antes de que afecten a toda la red.
Con todo, seguir instalando los parches de seguridad sigue siendo fundamental para proteger los sistemas frente a vulnerabilidades. La clave está en distinguir entre las actualizaciones puramente de seguridad y las que introducen cambios de experiencia o nuevas funciones, y actuar con algo más de cautela con estas últimas, especialmente cuando vienen acompañadas de advertencias en las notas de soporte.
El escenario que deja la última actualización de Windows 11 es el de un sistema que avanza en diseño, modo oscuro y funcionalidades, pero que sigue arrastrando problemas de pulido en cada oleada de parches. Mientras Microsoft trabaja en corregir el destello blanco del Explorador y el icono invisible de la contraseña, muchos usuarios se ven obligados a convivir con pequeños trucos y ajustes temporales. La sensación general es que Windows 11 aún tiene margen de mejora en la forma en que prueba y despliega sus actualizaciones, algo clave si quiere recuperar la confianza de quienes, dentro y fuera de Europa, ya miran cada nuevo parche con cierta reserva.