- Meta emprende una ofensiva a gran escala contra cuentas falsas y contenido no original en Facebook.
- Redes internacionales utilizan Facebook para estafas, con Barcelona como ciudad más afectada.
- La plataforma implementa nuevas sanciones y tecnología para proteger a los creadores genuinos.
- Meta, incluida Facebook, hace frente a un juicio multimillonario y a críticas sobre su gestión y privacidad.
En los últimos meses, Facebook se ha situado en el centro de múltiples polémicas y cambios internos, marcando una etapa crucial en su historia. La compañía, ahora bajo el paraguas de Meta, afronta numerosos desafíos relacionados con la proliferación de contenido falso, la manipulación automatizada y una oleada de estafas globales que han puesto en jaque la confianza de muchos usuarios y la reputación de la plataforma. A todo esto se suma una presión legal sin precedentes y el escrutinio sobre el papel que juegan sus directivos en la supervisión de los datos y la privacidad.
Estos movimientos llegan tras meses de preocupación social y mediática por el incremento de cuentas inauténticas, el uso de herramientas de IA para generar publicaciones engañosas y la aparición de grandes redes de fraude que utilizan Facebook como canal principal. La respuesta de la empresa se articula en torno a la mejora del control, la protección del contenido legítimo y una apuesta clara por restablecer la confianza digital.
Meta intensifica el control sobre el contenido y las cuentas falsas
En un esfuerzo por frenar el spam y el abuso del contenido no original, Meta ha anunciado una nueva política en Facebook que implica la eliminación de privilegios de monetización y la reducción drástica de la visibilidad de las cuentas que repiten sistemáticamente publicaciones ajenas o generadas por IA. Estas restricciones afectan especialmente a perfiles que utilizan métodos automatizados para replicar memes, vídeos y otros materiales virales sin añadir valor real.
El objetivo principal es proteger a los creadores auténticos, quienes han visto cómo su trabajo quedaba eclipsado por “basura digital” y publicaciones sintéticas. Meta subraya que sólo se permitirá compartir material de terceros si se aportan mejoras notables en el contenido, descartando simples cambios cosméticos como marcas de agua o ligeras ediciones.
Las cuentas que incumplan estas nuevas reglas pueden sufrir desde limitaciones en la difusión de sus publicaciones hasta la suspensión de monetización, y ahora los usuarios afectados serán notificados directamente sobre posibles sanciones, ganando así en transparencia.
El impacto de la IA y el contenido duplicado
La expansión de programas de inteligencia artificial ha facilitado la creación de miles de variantes de posts populares, inundando los muros de los usuarios con versiones casi idénticas y afectando negativamente a la experiencia global en la plataforma. Meta reconoce que esta avalancha complica el ascenso de nuevas voces y dificulta la visibilidad de los autores originales.
Durante el primer semestre de 2025, la empresa eliminó más de 10 millones de perfiles falsos, muchos de los cuales se hacían pasar por creadores de relevancia para difundir contenido copiado y así monetizar de forma fraudulenta. Además, más de 500.000 perfiles fueron sancionados por participaciones automatizadas, comentarios masivos y otras acciones para manipular los algoritmos de recomendación.
Una de las novedades más destacadas es la exploración de enlaces automáticos que redirigirán a los usuarios hacia el contenido original cuando una publicación sea detectada como copia, garantizando así la autoría y priorizando la creatividad auténtica en los feeds.
Facebook como plataforma para estafas internacionales: el caso de Barcelona
La popularidad de Facebook también la ha convertido en un blanco prioritario para redes internacionales de fraude. Recientemente, diversas investigaciones han desvelado una oleada de estafas que suplantan servicios de transporte público en ciudades de todo el mundo, siendo Barcelona la más afectada a nivel global. Estas páginas fraudulentas ofrecían supuestas tarjetas de viaje a precios muy por debajo del mercado, redirigiendo a los internautas a portales de phishing para robar datos bancarios.
El alcance es alarmante: más de 1.000 páginas identificadas en un solo año, repartidas en 60 países y 746 ciudades. Un análisis de la estructura del fraude revela que la mayoría de administradores se encuentran en Vietnam, mientras que la infraestructura digital (dominios y servidores) está centralizada en Rusia, lo que complica las labores de cierre y persecución judicial.
Meta, según los datos aportados, ha optado habitualmente por eliminar anuncios asociados pero, en muchos casos, las páginas permanecían activas meses después, planteando dudas sobre la eficacia de los mecanismos de detección y eliminación. La publicidad, tanto en Facebook como en Instagram, ha sido clave para amplificar el alcance de estas estafas, sumando más de 9.000 anuncios pagados que han escapado a los filtros iniciales.
Reacciones y retos legales: juicio histórico por la gestión de datos
Al margen de la batalla contra el fraude y el contenido duplicado, Meta se enfrenta a una demanda millonaria promovida por accionistas que acusan a los principales directivos de la empresa, como Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg, de haber consentido o participado en la recopilación ilegal de datos de usuarios de Facebook. El proceso, que tiene lugar en Delaware, investiga el papel de estos ejecutivos a raíz del escándalo de Cambridge Analytica y la posterior multa impuesta por la Comisión Federal de Comercio estadounidense.
Los demandantes reclaman que los responsables indemnicen a la compañía con el valor de la multa y los costes legales derivados, mientras los acusados niegan haber actuado con mala fe y aseguran haber implementado medidas externas de supervisión. Este caso, sin precedentes en el ámbito tecnológico, podría marcar un antes y un después en la percepción de la responsabilidad de los líderes empresariales en la era digital.
La atención mediática y legal se centrará en los próximos meses en cómo Facebook y sus responsables evolucionan sus prácticas de seguridad, privacidad y control de contenido, así como en la efectividad de las nuevas reglas para proteger a usuarios y creadores.