- El Cañón del Chicamocha es un referente natural, cultural y productivo en Santander, Colombia.
- El avance tecnológico acelera la formalización de tierras, beneficiando a familias campesinas de la zona.
- Jordán, el pueblo más pequeño del país, refleja la vida rural y el legado histórico del cañón.
- Proyectos artísticos y turísticos buscan resaltar el valor patrimonial y humano del territorio.
Ubicado en el departamento de Santander, el Cañón del Chicamocha se erige como uno de los espacios naturales y culturales más destacados de Colombia. Este impresionante accidente geográfico, con su vasta extensión y paisajes escarpados, no solo atrae la mirada de turistas y amantes de la naturaleza, sino que también constituye el eje vital de diversas comunidades rurales que han configurado su día a día en torno a las dinámicas propias del territorio.
Desde tiempos remotos, las formaciones rocosas, la vegetación y el río Chicamocha han marcado el ritmo de vida local. En la actualidad, el cañón continúa siendo un punto de referencia tanto para quienes buscan experiencias de aventura como para aquellos interesados en comprender la realidad social y productiva de la región. El entorno ha sido testigo de historias de resistencia, trabajo y evolución, reflejando el estrecho vínculo entre los habitantes y su entorno natural.
Innovación tecnológica para el desarrollo rural en Umpala
En las estribaciones del cañón del Chicamocha, la vereda Umpala, situada en el municipio de Piedecuesta, se ha convertido recientemente en protagonista de un proceso de modernización. La Agencia Nacional de Tierras ha implementado sobrevuelos con drones de alta tecnología, logrando en solo seis días el levantamiento topográfico de 1.800 hectáreas. Esta labor, que anteriormente podía requerir más de un mes, permite identificar con precisión los límites prediales y avanzar rápidamente hacia la formalización de la propiedad rural.
Gracias a este despliegue tecnológico, familias campesinas que durante años han trabajado la tierra ven más cercano el acceso a títulos legales. Este proceso implica no solo la toma de aerofotografías, sino también la organización de jornadas prediales, la recopilación de información agronómica, y la verificación de los aspectos técnicos, jurídicos y sociales de cada predio. Autoridades y técnicos han destacado que la tecnología potencia el trabajo humano y abre nuevas oportunidades de desarrollo en el campo colombiano.
La zona de Umpala se caracteriza por la diversidad de sus cultivos, entre los que destacan productos como melón, cítricos, mamoncillo, papaya, yuca, plátano y tabaco. Sin embargo, la falta de títulos de propiedad había sido hasta ahora una barrera para acceder a créditos, apoyos estatales y proyectos productivos. Con la agilización de estos procesos, se espera un impulso significativo para el desarrollo sostenible del territorio y el fortalecimiento de la economía local.
Jordán, un pueblo pequeño con gran historia
En pleno Cañón del Chicamocha se halla el municipio de Jordán, conocido por ser el más pequeño de Colombia tanto en extensión como en número de habitantes. Este lugar, enclavado en el margen sur del río y accesible por carretera desde Villanueva o a pie desde Los Santos, sorprende por la tranquilidad de sus calles y la vida apacible de sus pobladores. El número de residentes fluctúa entre 25 y 54 personas, y se le conoce como el «pueblo fantasma» debido a su rutina centrada en el trabajo y la presencia dispersa durante el día.
El ambiente en Jordán es silencioso y sereno, marcado por altas temperaturas y una economía basada principalmente en el cultivo de frutas, fríjol y tabaco. Carece de comercios, almacenes y grandes infraestructuras; solo cuenta con la sencilla Posada del Caminante para quienes desean pasar la noche, un modesto puesto de salud atendido por dos enfermeras y la visita semanal de un médico, además de algunas calles empedradas y un pequeño parque central.
Entre sus construcciones más emblemáticas se encuentra el puente Lengerke, una estructura histórica de 1864 que conecta Jordán con Los Santos y que fue rehabilitada en 2018. Considerado el primer peaje del país, ha sido testigo de episodios relevantes, como el paso de tropas independentistas, y conserva la memoria de la región. El cementerio local, recientemente remodelado, guarda historias de antaño, incluyendo antiguos habitantes y episodios ligados a la época de Bolívar.
Cultura, arte y propuestas para valorar el cañón
El Cañón del Chicamocha también es fuente de inspiración para artistas y promotores culturales. Rafael Zambrano, artista santandereano, ha presentado “ChicamochaE”, una muestra que fusiona técnica neumática, memoria personal y contemplación del paisaje. Sus obras, expuestas en Bucaramanga, buscan captar la esencia sensorial y espiritual del cañón, valiéndose de materiales industriales y experiencias acumuladas a lo largo de décadas de caminatas y exploración del territorio.
Zambrano considera al cañón como un ser vivo, espiritual y ancestral, dotado de energía, historia y voz propia. Su acercamiento va más allá de lo pictórico, proponiendo una conexión profunda con la tierra y sus elementos. La exposición invita a los visitantes a detenerse, observar con el corazón y redescubrir el valor simbólico de la región a través del arte y la reflexión personal.
Iniciativas como esta se suman a propuestas más ambiciosas. El escultor Jaime Guevara ha anunciado su intención de promover la construcción de un monumento de gran escala en el entorno del cañón, con figuras emblemáticas de la historia santandereana. La idea busca potenciar el atractivo turístico y reconocer el legado de comunidades indígenas, hechos históricos y personajes que han dejado huella en la región. Estos proyectos resaltan el compromiso local por integrar arte, turismo y memoria como motores de desarrollo y cohesión.
El Cañón del Chicamocha continúa consolidándose como un símbolo de la identidad santandereana, con parajes imponentes, pequeños pueblos y nuevas ideas que reflejan su constante transformación y proyección en el tiempo.