- La ONU declara el 11 de julio como Día Mundial del Caballo
- El caballo, clave en la historia y economía de todo el planeta
- El cambio climático y el bienestar animal, retos actuales
- La jornada incentiva actividades culturales y protección equina
La relación entre el ser humano y el caballo se remonta a miles de años y es tan antigua como trascendental para el desarrollo de la civilización. Desde las vastas estepas asiáticas hasta los pueblos más recónditos de América y Europa, estos animales han simbolizado fuerza, movilidad y cooperación, dejando una huella profunda en la historia colectiva. En la actualidad, el papel del caballo sigue siendo relevante, aunque sus formas de participación han cambiado con el tiempo.
En reconocimiento a ese lazo inquebrantable, la Organización de Naciones Unidas decidió instaurar una fecha global para homenajear a estos animales. Así, el 11 de julio fue designado oficialmente como el Día Mundial del Caballo, un hito formalizado a través de la resolución 79/291 aprobada el 3 de junio de 2025. Este gesto no solo supone una celebración, sino un llamado a la conciencia sobre la protección, el trato digno y el bienestar de los caballos en el mundo contemporáneo.
Un compañero histórico de la humanidad
Durante milenios, los caballos han sido aliados en la agricultura, el transporte, la guerra, el arte y la medicina. Su relevancia no se limita a usos prácticos; han inspirado leyendas y forman parte del folclore de muchísimas culturas. Antiguas civilizaciones como la griega, egipcia, persa o los pueblos de las estepas euroasiáticas basaron su prosperidad en el manejo y la cría de caballos. Incluso hoy, en Mongolia, los caballos todavía son parte esencial de la vida cotidiana y la identidad nacional.
La influencia equina continúa vigente: en la era tecnológica actual, los caballos siguen desempeñando funciones en granjas ecológicas, labores rurales, programas terapéuticos y deportes ecuestres. Según estimaciones de la FAO para 2023, se calcula la existencia de unos 60,8 millones de caballos a nivel mundial, aunque su presencia y uso varían enormemente según la región. Por ejemplo, en Estados Unidos hay algo más de 2,4 millones de ejemplares distribuidos en más de 63.000 granjas y la Unión Europea aglutina unos 7 millones, generando trabajo para aproximadamente 800.000 personas en diversos sectores.
En países en vías de desarrollo, los caballos, burros y mulas son auténticos sustentos: un informe conjunto de la Organización Mundial de Sanidad Animal y la FAO estima que 112 millones de équidos de trabajo contribuyen, directa o indirectamente, al sustento de cerca de 600 millones de personas.
Un animal inteligente y social
Numerosas investigaciones han confirmado que los caballos son seres sintientes, capaces de aprender, reconocer personas y resolver problemas. Su comunicación social se basa en un complejo sistema de señales corporales y vocalizaciones, además de una gran sensibilidad para captar el estado emocional de quienes los rodean. Esta capacidad los convierte en compañeros idóneos en terapias asistidas y en la recuperación de traumatismos o discapacidades.
La importancia de la empatía y el buen trato hacia estos animales aparece reflejada tanto en la literatura científica como en historias reales, donde caballos rescatados se transforman en salvavidas emocionales para personas en situaciones vulnerables. Programas como los de santuarios y granjas de acogida —donde caballos retirados son rehabilitados y empleados en actividades terapéuticas— cada vez adquieren mayor protagonismo.
Desafíos actuales: bienestar y cambio climático
A pesar de su relevancia histórica y actual, los caballos afrontan retos significativos. Uno de los desafíos más urgentes es el impacto del calentamiento global. El aumento de las temperaturas genera problemas de salud como el estrés térmico, especialmente preocupante en competiciones, trabajo rural o en caballos empleados para el transporte en zonas con climas extremos. Organismos internacionales proponen medidas de adaptación que incluyen zonas de enfriamiento, nuevos estándares de alimentación e hidratación y mayor protección frente a los fenómenos meteorológicos adversos.
Paralelamente, surgen debates éticos en torno al uso y la explotación equina. El Día Mundial del Caballo promueve la reflexión sobre los límites entre la tradición y el bienestar animal, incidiendo en la necesidad de legislar y educar para evitar el maltrato, la explotación en espectáculos o el abandono tras la jubilación de animales que han servido durante años. La jornada busca, por tanto, fomentar acciones para la protección y la dignidad de los caballos.
La riqueza cultural y la diversidad de las razas
En muchos países, el caballo ocupa un lugar central en las manifestaciones culturales. Desde cabalgatas y ferias, hasta competencias ecuestres y festivales tradicionales. Raza como el Caballo Peruano de Paso, famoso por su andar suave y elegante, o diversas variedades ibéricas, son reconocidas internacionalmente como patrimonio cultural, símbolo de identidad y legado familiar que se procura conservar y proteger mediante leyes y programas de cría.
Además, la historia del caballo en la Península Ibérica y América es testimonio de encuentros, mestizajes y adaptaciones, con razas autóctonas que han sobrevivido a lo largo de los siglos gracias al esfuerzo de criadores, científicos y entidades gubernamentales.